Increíblemente, nuestras maletas salen casi las primeras y vamos a por el coche de alquiler que tenemos reservado. En pocos minutos estamos camino del centro y en nuestro hotel.
Una vez instalados no perdemos tiempo y vamos al meollo, es decir, la ciudad vieja. El calor es soportable así que caminamos, primero por la avenida Nowy Swiat y a continuación por la Krakowskie Przedmiescie. (Tenemos que acostumbrarnos a estos nombres impronunciables.)
Paseamos por una de las avenidas más interesantes de la ciudad, llena de edificios singulares y muy animada, con diversidad de tiendas, numerosas terrazas,etc., hasta llegar a la plaza vieja (Stare Miasto) donde se encuentra el Palacio Real. Muy pintoresca, así que aprovechamos para hacer un alto y degustar en una de sus terrazas esa afamada cerveza polaca.
Ya avanzada la tarde, nos adentramos en esta ciudad vieja, recorriendo sus animadas callejuelas y llegamos a la otra plaza, la del mercado, también muy pintoresca, desde donde continuamos hasta culminar en la Barbacana (Barbakan Warszawski), una especie de castillo o fortificación hecha de ladrillo.
Decidimos desandar el camino para empaparnos de este ambiente y hacer otra parada en la plaza del mercado. Ya es de noche y la iluminación cambia la configuración de lo que habíamos visto antes. Muy agradable.
Después de cenar en un restaurante español cercano a nuestro hotel, cerramos este primer día en Polonia algo cansados pero con una agradable sensación.
Qué chulo. Vaya envidia.
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