domingo, 11 de septiembre de 2016

ACALORADA Y BULLICIOSA CRACOVIA

Madrugamos para continuar nuestro viaje. Es domingo y Varsovia nos despide soleada y desierta.
Salimos de la ciudad sin problemas y nos encaminamos hacia Cracovia. El desplazamiento se hace relativamente cómodo pues no todo el trayecto es autovía y cuando lo es, resulta un tanto peculiar encontrar semáforos a cada rato.
A medio camino decidimos parar a desayunar en Kielce, ciudad de la que teníamos buenas referencias, que enseguida vemos confirmadas. Es pronto todavía así que las calles no están muy concurridas. Desayunamos y damos un corto paseo por el centro de esta agradable ciudad antes de seguir viaje.


Es la una cuando llegamos a Cracovia, que nos recibe con un inesperado bullicio y mucho calor, 30 grados. Nos instalamos y sin dilación salimos a devorarla. 
Recordaremos que estamos en la ciudad del afamado y controvertido director cinematográfico Roman Polanski, del que ya mencionamos que nació en París pero se crió aquí. Después firmó inolvidables películas, como "La semilla del diablo", "Chinatown", con Jack Nicholson, y la también citada "El pianista ", entre otras muchas.
Estamos muy bien situados, cerca de la gran plaza del mercado, llamada de Rynek Glowny, que dicen es de las más grandes de Europa.



No sé si será cierto, pero desde luego es impresionante y con la mayor variedad de estilos en las edificaciones que la circundan y en la que se encuentra en su centro, la llamada lonja de los paños, que alberga en su interior un montón de puestos donde venden de todo.
La basílica de Santa María es deslumbrante, francamente increíble, con una ornamentación espectacular, de lo más bonito que hemos visto en nuestros diversos viajes.


Nos empapamos de la plaza y sus alrededores hasta que decidimos entrar a comer.
Después tomamos la concurrida calle Grodzka, animadísima (cierto que es domingo) y larguísima, hasta llegar a la base del castillo y la catedral, situados en la cima de la colina Wawel. Allá vamos con nuestro mejor impulso y cuando culminamos vemos que ha merecido la pena. El complejo formado por la ciudadela y la catedral es impresionante. 

La pena es que cuando llegamos ya era tarde para entrar, así que tendremos que volver. Disfrutamos, sin embargo, de una estupenda vista sobre el río Vístula y de una providencial terraza sombreada, donde nos procuramos un merecido descanso y una fresca cerveza polaca (buenísima, por cierto).


Cuando amablemente nos invitan a abandonar el recinto, ya anocheciendo, emprendemos el descenso y volvemos hacia el centro atravesando un parque hasta llegar de nuevo a la mencionada gran plaza que, ya de noche aunque solo son las ocho, resulta no menos espectacular.
Hoy también volvemos pronto al hotel porque mañana toca otro madrugón para ir a Auschwitz.

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