jueves, 22 de septiembre de 2016

ESCALA EN WROCLAW

Praga nos despide con una fina lluvia pero buena temperatura.
A nosotros aún nos queda un día, pero nuestros amigos tienen que volver ya a Madrid. Les dejamos, pues, en el aeropuerto y nosotros vamos a buscar el camino hacia el norte que nos conducirá a Varsovia.
No resulta fácil abandonar Praga, debe ser que atrapa. El caso es que entre atascos, obras y la fina lluvia tardamos como una hora en alejarnos. Pocos tramos de doble carril hasta que llegamos a la frontera polaca que confluye también con la alemana. (De hecho, nos salimos de una rotonda y caímos en Götliz, Alemania.)
Una vez de nuevo en Polonia, ya todo es autopista hasta Varsovia. Qué diferencia con nuestro tortuoso camino de la capital hacia el sur rumbo a Cracovia.
Llegamos a Wroclaw un poco antes de las dos y aparcamos en el centro, junto a la Plaza del Mercado.


Nada más salir a la superficie, nos topamos con la catedral, un edificio de ladrillo, meritorio pero austero. Sobre todo en comparación con lo que nos han venido despachando todos estos días.


Nos dirigimos enseguida a la mencionada plaza, famosa con razón, con el Ayuntamiento en el centro, como parece ser costumbre por estas latitudes.
Damos un paseo y vemos un sitio para comer que nos atrae. Tiene la terraza protegida y unas estufas que no sobran, porque no hace mala temperatura pero ha refrescado.


Después de comer completamos la vuelta a la plaza, alguna foto y a seguir la ruta.


Los más de 300 kilómetros que nos separan de Varsovia los hacemos cómodamente por autopista y a eso de las siete llegamos al hotel que hemos reservado junto al aeropuerto Federico Chopin, desde donde mañana despegaremos hacia Madrid.
Así que fin de etapa, fin de viaje y fin de estas estupendas vacaciones, compartidas en este blog con quien así lo ha deseado. Nosotros hemos estado encantados. Esperamos que vosotros, aún desde la distancia, también.

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