sábado, 17 de septiembre de 2016

DE BUDA A PEST

Sin necesidad hoy de madrugar, empezamos nuestro primer día completo en Budapest sin salir del hotel en el que nos alojamos: el vetusto pero imponente Gellért que, además es balneario.


Después del desayuno, nos armamos de albornoz y al agua patos. Un buen rato de relax en esas aguas calientes, o muy calientes, o muy frías, que seguro nos vienen bien para nuestras articulaciones o para relajar músculos. En fin, pasamos un rato agradable y, sin más, nos echamos a la calle. Tenemos el tranvía en la puerta que nos lleva hasta el funicular que nos iba a subir al Castillo de Buda. 


Pero debemos cambiar de planes porque está averiado. Así que nos encaminamos al Parlamento cruzando el Danubio por el espectacular Puente de las Cadenas, y ya estamos en Pest.
Sigue haciendo calor pero no tardamos en llegar, a tiempo de presenciar un modesto cambio de guardia. Este edificio parlamentario es francamente espectacular visto desde cualquier ángulo.


Como no nos dejan entrar y casualmente hay una refrescada (con esos ventiladores de agua al uso) terraza justo al lado, no dudamos en tomarnos el primer descanso cervecero del día.
Reanudamos nuestro paseo por la ciudad encaminándonos a la avenida Andrassy, la superanimada calle donde se encuentran casi todas las tiendas más lujosas de Budapest.
Seguimos nuestro paseo hasta culminar otra etapa en la iglesia de San Esteban. Espectacular. Muy distinta a las que estamos acostumbrados, con una ornamentación francamente maravillosa.
Va siendo hora de comer y no queda lejos uno de los lugares más espectaculares de Europa: el café New York. Siguiendo la recomendación de una querida sobrina/prima, decidimos entrar a comer. Y mientras esperamos unos minutos a que nos encuentren acomodo, porque está abarrotado, tenemos tiempo de asombrarnos unas cuantas veces, aunque quizá en la foto no se perciba del todo. 


Hay lugares en los que casi da igual lo que comas (dentro de un orden, claro). Este es uno de ellos. Pero encima comimos bien y nada caro. Y con una música que lamentamos no poder reproducir aquí. Maravilloso.
Seguimos nuestro periplo hasta llegar a otro punto neurálgico de la ciudad: el Mercado Central. Pero ya son más de las siete y está cerrado, así que nos conformamos con verlo por fuera.


Decimos adiós a Pest y volvemos a sortear el Danubio por otro precioso puente de color verde que nos conduce directamente a nuestro hotel.
Y hasta mañana.

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