sábado, 10 de septiembre de 2016

CALLEJEANDO

De buena mañana nos echamos otra vez a la calle dispuestos a patearnos la ciudad. Cogemos el metro para ir a ninguna parte, solo por experimentar y observamos que circula al revés que en Madrid.
Volvemos al centro e iniciamos el callejeo propiamente dicho, pasando por el Palacio Presidencial, la tumba del soldado desconocido y llegamos al Hotel Bristol, emblemático lugar que merece parada y fonda, esta vez en el interior porque el calor ya aprieta.


Investigando descubrimos que no lejos hay un lugar de tapeo español. Como parece obvio, la cocina polaca no es precisamente lo que más nos atrae de este país, así que nos encaminamos hacia allá. Como el hotel tampoco nos queda lejos, decidimos tomárnoslo con calma y practicar el sano deporte de la siesta antes de volver a la calle, esta vez en dirección al afamado parque Lazienki, a donde llegamos en autobús.


Ya anochece cuando nos adentramos y según caminamos vamos viendo unas peculiares luces en la lejanía. Aunque solo son las siete y media, es noche cerrada cuando alcanzamos el primer palacio, que llamamos de las esculturas y al que se accede flanqueado por unas curiosas lámparas como chinas de color rojo, aunque en la foto no se perciba muy bien.


Según continuamos vamos intuyendo más que viendo un palacio por aquí y otro por allá hasta llegar al que llaman Palacio de la Isla porque está en un lago y con una peculiar iluminación también.
Tan bonito nos parece lo que entrevemos, que decidimos regresar mañana, a plena luz del día.
Para volver ya cogemos un taxi. Nuestro hotel está frente al Inconmensurable Palacio de la Cultura, un enorme complejo de teatros, salas de conciertos y exposiciones, y que se levanta a gran altura, y también un animado centro comercial lleno de terrazas, donde decidimos cenar.


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